Sentado en este frío lugar, los recuerdos que me acogen en este contexto no son los más adecuados, por lo que debo ser fuerte, no correr despavorido, por un pasado que hemos vivido muchos, pero que sólo pocos conocen. Miro la ventana que se encuentra en frente de mi rostro y sólo encuentro luz, ya no distingo bien lo que está fuera, tanto tiempo mirando el mismo paisaje, no me parece agradable.
Los minutos, los segundos, pasan desapercibidos, todo instante para mi es una eternidad, tan sólo un milisegundo es para mi, ahora, una eternidad. Espero que salga todo bien, que aquel individuo de blanco, salga con una positiva notificación, ha nacido sanita y muy bonita, que lindo sería escuchar aquella frase resonando por mis tímpanos, mi bella niña, recostada en la cama, durmiendo, dejando a los sueños, disfrutar de su pureza, su belleza de tierna flor en primavera y todas las frases que durante la historia, han reflejado aquel sentimiento de admiración y deseo, que algunos denominan, amor incondicional. Es mi compañera, mi condimento más dulce, la razón de mis respiros y los labios que hacen palpitar mi corazón. Ahora, madre y yo, padre, es la palabra que más he utilizado en mi vida, además del hola, chao y tal vez un hueón o algún improperio. Esa manoseada palabra, se transforma ahora en parte de mi, manos frías y húmedas de nervios, frotándose las unas a las otras, como un tornado de presión mental que no me deja tranquilo, quiero ver esa puerta abierta, quiero saber la verdad en este momento.
Al parecer, el proceso ha terminado, las cosas se han calmado y yo aquí, afuera, espero, miro y me presionan desde a dentro, las ganas de que todo esto termine.
Esto es producido por 3 horas 36 minutos de espera para poder guardar 2 fotos de 3 metros x 2,4 metros de diámetro, que esperan en photoshop, nacer para mi y yo convertirme en su padre por primera vez.
Publicado El 23 de abril de 2010. Facebook
Pub: 04/08/2010
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