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domingo, 17 de agosto de 2014

Antes de amar de nuevo

Me exhibo cansado, pensando en los momentos de alegría que me producía estar en aquel estado de trance alternativo, común para todos los mortales. Los latidos de mi corazón comienzan a caminar y comprendo que debo despertar, ya es la hora de regresar a la rutina, saliendo de mi cama y comenzando un nuevo día, mi despertador improvisado, me avisa que me he quedado dormido más del tiempo debido, por supuesto, es difícil decirle al cuerpo que reaccione a la hora indicada, cuando sólo has caído dormido frente a una pantalla de computador, recostado en mi colchón.

Entonces, respiro con conciencia, el primer sorbo de soledad de mi destierro, es esta atmósfera de contaminación que nos embarga, la cual se fusiona con la velocidad, el individualismo y las ganas de discutir, conforman un elemento lleno de apatía y desagrado, que lucha contra la buena convivencia de los seres que pertenecemos a este especie, humana, social y comunicativa, que empieza a decaer en monotonía.

Es en este punto que decido ponerme de pié, emprender el sendero más largo y árido, sin embargo, el lugar donde sólo hace unas horas bosquejaba mis sueños futuros, ahora intenta truncarlos, incoherente no? es que aquella sensación de satisfacción, de mantener la inercia de estar tendido en mi templo de la nocturnidad me atrapa y con él, mis motivaciones se trasladan a una nueva intención de permanecer ahí todo el día, sería increíble, pero ring, aquel aparato nuevamente me traslada a los impedimentos del sistema, es hora, abro los ojos, me peino fugazmente al colocarme una polera sin distinción de estilo ni vanguardia, como un peine de algodón y colores chillones, que acarician suavemente mi cuero cabelludo y basta con encontrar mis zapatos deportivos y, me voy.

Mi mano está tomando la decisión de no cambiar la rutina, afirma con solidez la puerta de mi departamento, que se abre ante mi, para presionarme a seguir. Entonces, recuerdo la presencia de mis llaves en mi bolsillo, busco aquella tarjeta que teletransporta por unos pesos inútiles y siento la presencia de mi despertador, mi amigo fiel de llamadas perdidas y mensajes con olor a capuccino, es la batería de mi conectividad y quien me dice, no estás solo, yo estoy contigo y a punto de suicidarme, batería baja. Claro, olvidé mis deberes antes de dormir, lo sé, el cansancio me baña, sí, he vuelto a caer dentro de la rutina de autodestrucción, no dormí mucho, dormí poco, casi 5 horas me separaron de la conciencia nocturna de la conciencia matinal y esta vez, tampoco desayuné.

Los efectos de una noche de risas, videos y conversaciones distorsionadas, me recuerdan a vivencias de un amigo trastornado, por la música, la distancia, el intervalo, la dinámica del análisis y la composición de un estilo de vida muy particular. Las risas fueron efímeras, ahora me domina la intención de avanzar con los ojos cerrados, mientras sonrío, pero la espera me despierta de aquel recuerdo, es un único ascensor que se encuentra habilitado y debo esperar, en este momento debo determinar si corro por las escaleras, como asustado habitante o dejo a mis músculos, continuar su siesta y aguardar por mi transporte cúbico.

El día avanza y mil cosas han cruzado por mis ojos, pupilas desgastadas de imágenes de multitud, subterráneo y vehicular, restricción?? ojalá las aulas tuvieran aquella restricción. Sin embargo, el día continua su danza medieval por los arreboles de mi despertar, pensando en lo complejo de la vida y lo fácil que es complicarse, pensando en tonterías, es mejor presionar mis oídos a unos económicos pero útiles audífonos y distraerme con la música más espeluznante de una monodia.


Publicado El 20 de abril de 2010. Facebook

Pub: 04/08/2010

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