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domingo, 17 de agosto de 2014

Caricias para un final esperado

Caricias para un final esperado

Por: Alberto Arcos M.

Hoy me levanto en la mañana y deseo salir y sentir la luz del sol en mi cuerpo, deseo sentir el olor de las hojas que se mecen al compás de una pequeña brisa, escuchar las olas al pasar en la bahía más cercana, pero al mismo tiempo, no me permito levantar la vista, no me dejan escuchar las olas de ese mar que se encuentra inquieto y las hojas ya no son del mismo color que antes. Un sentimiento amargo me invade, es como si me hubiesen cubierto de petróleo y ya mis pulmones no pudieran sentir el aire del exterior, presiento que mis hermanos ya no desean verme feliz, estoy algo atrapado, como un pajarito que se ve aprisionado por sustancias que contaminan su hábitat y en ocasiones desearía que me dejen descansar en paz sólo por un día y salir a pasear con las aves y cantar con los susurros de un mundo en calma.

Es difícil describir como un hermano puede hacerle tanto daño a una persona como yo, si aun respiramos del mismo aire, todos debemos ayudarnos y no ser crueles con aquellas criaturas que no pueden escupirnos en la cara cuando se les está extinguiendo.

Por favor, todo esto se ramifica por mi cuerpo y siento como los arrebatos de otros individuos ineficientes deterioran mi salud y poco a poco voy perdiendo las fuerzas para seguir adelante con esto.
Que agrado, hoy comí una manzana y tomé un poco de agua antes de proseguir con mi lamento, pero ahora que lo recuerdo, ya no se si debo seguir consumiendo esta manzana o si debo incorporarla a un estudio científico, para ver cuantos aditivos químicos lograron introducirle para mejorar su crecimiento, pero justo en ese momento que recuerdo, al beber de mi vaso, que no he pagado la cuenta del agua y que cada día sube más y más esa tarifa que se asemeja a la desolación de muchos pueblos, que se incrementa incansablemente.

Deseo ser el mejor, deseo ser millonario, deseo convertirme en Dios, deseo tantas cosas y pienso que si me cobraran por pensar, estaría más endeudado que un obrero desempleado que tiene 5 hijos y una bella esposa que alimentar, pero nadie me escucha aunque he levantado mi voz en la selva y he tratado de llamar la atención de los medios de comunicación, nada es útil, nada es de ayuda, todo me comienza a perforar el alma, hasta que por mis ojos ingresa una luz tenue y con la caricia de una doncella, intento abrir mis pensamientos y despierto.

Preferiría no haberlo hecho, estoy acostado en la habitación 509 y las enfermeras no pasan, es mi hermana quien me pregunta si apaga el televisor, claro, están dando un reportaje sobre el calentamiento global y yo aquí, sin poder gritar las cosas que soñé, quizás yo no resista para ver lo que pasará mañana, pero desearía que todos me observaran y se dieran cuenta que lo que a mi me destruye, es diez mil veces menor a lo que destruye al mundo. Lamentablemente somos la epidemia más dañina y expansiva, peor que el sida o la tuberculosis y tristemente, al parecer será más fácil conseguir una cura para el cáncer o vivir en la luna, antes de poder entender que debemos cambiar ahora, no mañana, porque de estos, que son mis últimos latidos, salen las palabras más sinceras y que pocos han oído.


Dedicado a aquella mujer...


Publicado El 10 de marzo de 2009. Facebook

Pub: 04/08/2010

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